Estamos en los años cuarenta. Una joven va a la ciudad costera de Seabrook (Carolina del Norte) para pasar el verano con su familia. Allie Hamilton, todavía adolescente, conoce a un chico local -Noah Calhoun- en la feria. Nada más verla, Noah sabe que él y Allie están destinados a vivir juntos. Aunque ella es de una familia adinerada y él es un pobre trabajador de fábrica, a lo largo de un apasionado verano sureño los dos se enamoran profundamente.

Karen y Martha son las directoras de una exclusiva escuela para niñas. Una alumna maliciosa y vengativa, despechada por un castigo que ha recibido, oye por casualidad un comentario y lo utiliza, distorsionándolo, para acusar a sus profesoras de una conducta reprobable. Los escandalosos rumores se extienden velozmente por la comunidad escolar, con repercusiones inmediatas, devastadoras y trágicas.

Nueve carreteras. Un campeón. James Garner, Yves Montand, Brian Bedford y Antonio Sabato interpretan a unos pilotos de Fórmula Uno que compiten hasta las últimas consecuencias en esta trepidante historia sobre velocidad, espectáculo y vidas personales entrelazadas. Eva Marie Saint y Toshiro Mifune también forman parte del reparto. John Frankenheimer (que 32 años después volvería a pisar a fondo el acelerador en las carreras de coches con Ronin) dirige esta película galardonada con 3 premios de la Academia® mezclando imágenes sobre una pantalla partida para capturar el dramatismo subyacente y orquestando el rodaje de las cámaras desde la perspectiva del espectador para intensificar la dureza de la competición al volante. Casi 30 pilotos participan en la diversión. Abróchense los cinturones para competir con los mejores y ponerse a la cabeza de la competición.

Frank Corvin era el jefe del equipo Daedalus, grupo de pilotos de las fuerzas Aéreas que en el 58 iban a convertirse en los primeros norteamericanos en ser enviados al espacio. Pero en el último momento, la NASA les sustituyó por... un chimpancé, y el equipo se disolvió. 40 años más tarde, cuando un satélite ruso Ikon sufre una avería, la NASA acude de nuevo a Corvin. La razón es que el Ikon tiene el mismo sistema de teledirección que un antiguo satélite americano cuyo diseño fue obra de Corvin, por lo que él es el único capaz de arreglarlo.