Alice y Michael Green son, a primera vista, el prototipo de matrimonio ideal estadounidense: ella es consejera de estudios en una escuela superior y él es piloto; tienen dos hijas y una bonita casa. Sin embargo, tras esta apacible imagen, Alice esconde un terrible secreto, es alcohólica. Sin unas copas se siente incapaz de afrontar cualquier compromiso social. Cuando su marido se da cuenta, intentará hacer frente a la situación convenciéndola de que ingrese en un centro de desintoxicación.

Tras un doloroso divorcio, Theresa Osborne llena su vida cuidando de su hijo Jason y con su trabajo de investigadora en el diario Chicago Tribune. La imagen que presenta al mundo - fiable, tranquila, distante - oculta la depresión que siente por su fallida relación y su determinación de no volver a ser vulnerable nunca más. Theresa, que se encuentra pasando unas vacaciones a solas mientras Jason visita a su padre, está paseando por un tramo de costa desierto cuando descubre una botella que contiene una carta conmovedoramente sincera, firmada solo por G. La poesía y la añoranza que transmite el mensaje mueven a Theresa a iniciar la búsqueda de su autor, lo que le lleva hasta un constructor de barcos de Carolina del Norte llamado Garret Blake. Desde la muerte de su esposa Catherine, éste ha llevado una existencia solitaria, alterada solo por la relación que mantiene con su padre, Dodge, que trata de hacer que su hijo supere el profundo dolor que siente tras la ausencia de Catherine.

Los Hickey están acostumbrados a realizar crímenes perfectos, son tan temerarios que sus víctimas y sus familias nunca toman represalias contra ellos. El crimen perfecto es, tal vez, el crimen que nunca se denuncia. Joe y Cheryl Hickey, junto a su primo Marvin, están especializados en secuestros y llevan mucho tiempo trazando planes perfectos para sacarles dinero a las familias ricas. Ahora le toca el turno a los Jennings.