Simon, un astuto terrorista, hace estallar una bomba en un centro comercial y revela la existencia de más explosivos. El detective John Molano ayudado de un héroe anónimo buscan frenéticamente los artefactos hasta darse cuenta de la trampa que les han tendido.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Grace se cambia con sus dos hijos enfermos a una casa en una isla solitaria mientras su esposo se va a la guerra. Incapaces de resistir el sol, los niños deben vivir en total oscuridad. En su reclusión, ellos descubren que no están solos: hay una presencia sobrenatural en su casa.

La acción tiene lugar en la estación de investigación Olduvai, una remota instalación científica de Marte en la que ha ocurrido una incidencia realmente grave. Se han cancelado los experimentos y se han interrumpido las comunicaciones. Los pocos mensajes que consiguen llegar a su destino son bastante inquietantes. Se ha declarado una cuarentena de nivel 5 y los únicos individuos autorizados a entrar o salir del recinto son los miembros del RRTS (Rapid Response Tactical Squad, o Escuadrón táctico de respuesta rápida): un grupo de curtidos marines armados hasta los dientes con toda la munición necesaria para neutralizar a cualquier enemigo. O eso es lo que ellos piensan…

El Coronel Terry Childers es un veterano marine, un oficial condecorado con experiencia de combate en Vietnam, Beirut y Tormenta del Desierto, todo un patriota, un héroe. Pero ahora el país a quien tan bien ha servido lo ha procesado por una misión de rescate que no terminó bien. Como abogado ha elegido al Coronel Hays Hodges, un camarada de armas que le debe la vida a Childers. Hodges no es el mejor abogado en servicio, pero Childers confía en él como un hermano de la Marina que sabe lo que es jugarse la vida bajo el fuego. Atrapado por el deber y por la amistad, Hodges acepta el caso de mala gana, incluso empieza a dudar del hombre que salvó su vida en Vietnam treinta años antes.

Randle McMurphy cumple una larga condena en una granja-prisión y se las ingenia para ser trasladado a una institución psiquiátrica. Una vez allí y, avisado por el resto de los pacientes sobre los tiránicos métodos de la enfermera jefe, Randle decide declarar la guerra a la señorita Ratchel. Tras una explosión de cólera de Randle, le aplican un tratamiento de electroshock.