Al conservador pueblo francés de Lansquenet llegaron en el invierno de 1959 la misteriosa Vianne y su hija Anouk. Abrieron una chocolatería muy especial, capaz de despertar los apetitos ocultos de los lugareños, capaz de satisfacer a cada persona con el dulce preciso. Vianne se haría pronto con una reputación, pero también con un enemigo, ya que el aristócrata local pensaba que su magnífico chocolate socavaría la moralidad de la comunidad. Una fábula sobre la tolerancia y la libertad.