El jefe del servicio de espionaje soviético, el coronel Stock, proyecta huir a Occidente. Harry Palmer, un hombre que ejerce de espía a la fuerza tras haber sido atrapado en un sucio asunto, es enviado a Berlín para ayudar a Stock, pero para ello tendrá que cambiar de identidad. (FILMAFFINITY)

Una bala de oro con la inscripción 007 y una nota que amenaza al agente James Bond aparecen en la oficina del Servicio Secreto de Su Majestad Británica, en Londres. El remitente del envío parece ser Scaramarga, un asesino profesional que cobra un millón de dólares por trabajo...

Tras destruir los cañones de la isla de Navarone, el Mayor Keith Mallory y el sargento Dusty Miller, son asignados a una nueva misión en Yugoslavia: acabar con una presa vital para el abastecimiento alemán, enfrentándose a las patrullas nazis y a un traidor que se ha infiltrado entre ellos.

Sir Donald Munger, presidente del Sindicato Internacional del Diamante, da la voz de alarma al constatar que a lo largo dos años ha ido desapareciendo del mercado mundial una gran cantidad de diamantes. James Bond, suplantando la identidad de un famoso traficante, inicia las investigaciones. El agente secreto logra entrar en contacto con Burt Saxby, director de un casino por cuenta de Willard Whyte, un misterioso millonario de quien se sospecha que se propone desestabilizar el mercado diamantífero. Bond descubre que, entre otros negocios, Whyte financia un centro de investigaciones espaciales, tras el que está Blofeld, quien, con los diamantes que ha ido atesorando, ha construido un gigantesco y amenazador rayo láser que ha puesto en órbita alrededor de la Tierra, y con el que pretende lograr su terrible objetivo.

Alguien ha sentenciado a James Bond, y el archifamoso agente secreto se verá obligado a emplear sus instintos más mortíferos y sus encantos más seductores para salir con vida… Roger Moore vuelve a interpretar con su habitual maestría el papel de agente 007, enfrentado en esta ocasión a un estremecedor juego del gato y el ratón con el asesino Francisco Scaramanga (Christopher Lee). El hombre de la pistola de oro, con su increíble persecución automovilística por el centro de Bangkok y la confrontación de Bond con los integrantes de una escuela de artes marciales en pleno, es una aventura espectacular, llena de tensión, acción trepidante y emociones.

El poderoso villano Auric Goldfinger planea explosionar una minibomba atómica en el depósito de oro de Fort Knox y contaminar las reservas de los Estados Unidos, permitiéndole ésto aumentar espectacularmente el valor de sus propias reservas y convertirse en el hombre más poderoso de la Tierra. Una vez descubiertos sus planes, Bond se enfrenta a Goldfinger y a sus peligrosísimos sicarios, con la ayuda de la secretaria personal de aquél, Jill Masterson, que acabará pagando muy cara su infidelidad: un fatídico baño de oro.

Tres sucesos acaecidos en tres ciudades muy alejadas convulsionan al departamento de "M". En Nueva York, el representante británico, que asiste a una conferencia internacional de alto nivel, muere bruscamente mientras utiliza los auriculares de traducción simultánea; en Nueva Orleans, un agente que vigila un antro donde se sospecha que se trafica con drogas, ve desfilar un cortejo fúnebre, y se da cuenta demasiado tarde que el ocupante del ataúd va a ser él mismo; en San Monique, otro agente fallece al ser mordido por una serpiente venenosa en el curso de una ceremonia de vudú. "M" ordena a James Bond investigar la conexión entre la muerte de sus tres agentes. En Harlem, 007 es raptado por orden de Mr. Big; en San Monique, descubre que la plantación del doctor Kananga está dedicada al cultivo clandestino de amapolas, y en Nueva Orleans, descubre que Kananga y Mr. Big son la misma persona.

La operación Día del Aguila significó el primer asalto a Inglaterra de la aviación alemana. Las formaciones de la Luftwaffe, tras desmantelar el dispositivo de defensa británico y arrasar sus campos de aterrizaje, tuvieron vía libre hacia Londres, objetivo primordial de Goering. Sobre los Spitfires británicos recayó el peso de lo que habría de llamarse la Batalla de Inglaterra; una batalla que se dio por perdida, de antemano, y que solo una tenacidad, una heroicidad, convirtió en victoria.